Una tarde, un discípulo intrigado le preguntó a su mentor:
– Maestro, ¿Nunca te acontecen situaciones difíciles o que no puedes resolver? No entiendo como es que siempre dices; “Está bien, todo está bien”, en todo momento que se te pone al corriente de alguna contrariedad o se te presenta alguna vicisitud.
El maestro sonrió y con una mirada
apacible dijo:
– Es que cuando todo está bien, está bien.
– Pero, ¿Por qué? ¿Cómo es posible que siempre todo este bien? -preguntó escéptico e incluso un poco irritado el discípulo.
El maestro explicó:
– Porque cuando no puedo solucionar
una situación en el exterior, la resuelvo en mi interior, cambiando de actitud
hacia esa circunstancia. Simplemente cambio o corrijo todas las cosas que dependen de
mí, y las cosas que no puedo cambiar las acepto y me adapto a eso. Ningún ser
humano puede controlar todos los escenarios o situaciones externas que se les
presentan, pero sí puede aprender a controlar su actitud y emociones ante las
mismas. Por eso, para mí, todo está bien.